Miguel, el Arcángel, glorioso príncipe, jefe y defensor de las huestes celestiales, guardián de las almas de los hombres, vencedor de los ángeles rebeldes! ¡Nosotros te amamos, querido Príncipe de los Cielos! .
Tus devotos felices, anhelamos disfrutar de tu protección especial. Esperamos obtener de Dios una parte de tus hermosas cualidades, intercede para que tengamos un amor fuerte y tierno a nuestro Redentor y, en cada peligro o tentación, ser invencibles contra el enemigo de nuestras almas.
Abanderado de nuestra salvación, quédate con nosotros en nuestros últimos momentos y cuando nuestra alma salga de este exilio terrestre, llévanos a salvo al tribunal de Cristo, y así alcanzar el reino de la felicidad eterna. Enséñanos a repetir el grito sublime: “¿Quién es como Dios?” Amen.
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